Algunas referencias históricas:
El cooperativismo de crédito se desarrolló en nuestro país a partir de cuatro tipos de instituciones:
Bancos Populares (1887 - 1912)
Cajas Rurales (1911 - 1930)
Cajas Regionales de Préstamos y Ahorro (1941-1950)
Cajas de Crédito
Estas últimas, las únicas que adquirieron un nivel de desarrollo y permanencia significativo, nacieron a principios del siglo XX como entidades mutuales de la colectividad judía donde se nucleaban los inmigrantes de acuerdo a su actividad económica o su lugar de origen. Sus integrantes accedían a través de éstas instituciones a los medios de producción necesarios para instalarse en el país o a la financiación de pequeñas sumas de dinero para adquirirlos.
Las primeras experiencias de este tipo fueron la Cooperativa de Crédito La Capilla (Ing. Sajaroff, Entre Ríos, 1913) y la Primera Caja Mercantil Coop. Ltda. en el barrio porteño de Villa Crespo (1918).
A lo largo de los años, las cooperativas de crédito fueron pasando por diferentes etapas:
La primera abarca desde sus orígenes, a principios del siglo veinte, hasta fines de la década del 50, período en que las entidades se caracterizaron por un funcionamiento cuasi mutuo y estarán vinculadas mayoritariamente a instituciones de la colectividad judía.
A partir de 1958, la creación del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC) como cooperativa de segundo grado provocó una verdadera explosión en el número y la dispersión geográfica de las entidades. Desde ese momento, las cajas de crédito cooperativas desarrollaron un nuevo tipo de operatoria basada en la captación de recursos a través de cuentas a la vista, compensados por una cámara nacional de órdenes de pago. Esto les permitió disponer de entre el 9% y el 11% del total de los depósitos del sistema financiero, que las cajas canalizaron a la financiación de pequeñas y medianas empresas, cooperativas y personas. El desarrollo del cooperativismo en un sector tan sensible como el financiero provocó la temprana oposición de los bancos nacionales y extranjeros, así como de sectores de la gran burguesía, lo que generó una serie de normativas y acciones restrictivas de parte del Estado argentino que alcanzaron su punto culminante a partir del golpe de Estado de 1966.
La dictadura cívico-militar que gobernó Argentina entre junio de 1966 y marzo de 1973 –que se proponía reorganizar la sociedad argentina– atacó al cooperativismo de crédito en su doble carácter: como empresa financiera orientada al desarrollo de las pequeñas y medianas empresas nacionales, los asalariados y las entidades de la economía social, un sector que no tenía lugar en los planes económicos de la autoproclamada “Revolución Argentina”; y como movimiento social que debía congelar su actividad –junto a todas las otras instituciones sociales y políticas del país– durante la etapa del “tiempo económico” impuesto por la dictadura. En síntesis, de las 974 cajas de crédito que operaban en 1966, sólo pudieron sobrevivir a la dictadura 417. Su participación en el total de depósitos del sistema financiero había descendido de más del 10%, a poco menos del 2%.
La tercera etapa comenzó cuando la dictadura cívico- militar que tomó el poder en 1976 impuso la “Ley” de Entidades Financieras que prohibió la continuidad de la operativa de las cajas de crédito, aunque como respuesta a una serie de acciones públicas desarrolladas por el movimiento cooperativo, autorizó su transformación en bancos comerciales bajo forma jurídica cooperativa. Como consecuencia, 273 de las 375 cajas de crédito existentes se transformaron en bancos cooperativos.
A partir de 1979 el cooperativismo financiero fue eliminado paulatinamente su presencia como producto de la política económica neoliberales y sucesivas crisis económico-financieras. Más de treinta bancos cooperativos desaparecieron en el transcurso de su primera década de existencia. En la década del 90, en el marco de un proceso de concentración y extranjerización del sistema financiero argentino, de los 44 Bancos cooperativos solo sobrevivieron tres. Para preservar la presencia cooperativa en todo el territorio del país, el Banco Credicoop se fue fusionando con diferentes entidades regionales. Producto de ese largo proceso, hoy sobreviven en el Banco Credicoop –única entidad financiera cooperativa argentina- 117 cajas de crédito que en 1979 habían conformado 16 bancos cooperativos.